Hace 120 años, en la Feria Internacional de París, era presentado el primer motor de combustión, un hito tecnológico que saltó a la historia con el nombre de Diésel, apellido del hombre que lo inventó.
El 25 de marzo de 1901, durante el desarrollo de la Feria Internacional de París, el ingeniero alemán Rudolf Christian Karl Diésel presentó su gran invención: el motor de combustión de alto rendimiento que hoy lleva su nombre.
El motor de Diésel nunca fue adaptado a los vehículos de la época, puesto que para la inyección del combustible requería de un compresor de aire muy voluminoso, lo que impedía su adecuada instalación.
Con el correr del tiempo, los vehículos que emplearon este tipo de motor y el carburante con el que funciona fueron conocidos como diesel, aunque, para soslayar la ambigüedad, el combustible se popularizó con el nombre de gasoil o gasóleo.
Durante la revolución de los motores diésel, los vehículos que funcionaban con este motor fueron apodados “smokers” (humeantes), dada la gran contaminación por humo que generaban, algo que se corrigió con el tiempo.
A diferencia de lo que sucede en los motores a gasolina, los motores diésel no precisan de la chispa de una bujía para encender la mezcla; en cambio, la explosión se genera por el aumento de presión y el consecuente aumento de la temperatura.
Así mismo, el combustible diésel tiene más energía potencial que la gasolina, por lo que un motor diésel requiere menos combustible que un motor a gasolina para lograr la misma fuerza, o distancia de traslado.
Además, al proporcionar un torque mayor, el motor diésel es más eficiente que el motor a gasolina para mover cargas pesadas, aunque, como contrapunto, otorga una menor aceleración.
Hoy, considerando la distancia que los productos recorren desde las fábricas hasta los puntos de expendio, el 94 por ciento del comercio mundial es propulsado por motores diésel, sea ya en camiones, barcos o trenes.